Descubrir Cabo Polonio fue lo mejor de Uruguay, y eso que este país ofrece muchas alternativas, pero esta era diferente.
Y casi que llegamos a este lugar por casualidad, ya que es difícil. Por recomendaciones de gente que conocimos en nuestro viaje por Sudamérica, viajeros y locales, decidimos aventurarnos y visitar este aislado lugar, Cabo Polonio.
Y la recompensa de habernos decidido fue enorme. Llegar a Cabo Polonio es complicado. Se encuentra en la región de Rocha, y para llegar hay que tomar un bus a La Paloma, y de ahí otro al Cabo, que te deja a la entrada de un camino de arena. En este cruce, es necesario tomar un todoterreno que hace de transporte público a Cabo Polonio.
Durante el trayecto en el jeep, por llamarlo de alguna manera, empiezas a intuir lo salvaje de este lugar, con enormes dunas de arena y una enorme playa vacía, azotada por el bravo Atlántico. Al llegar, distingues un saliente de tierra con un faro, Cabo Polonio. Pequeñas casas de madera y barro se distribuyen por “el pueblo”, y no hay ni electricidad ni agua corriente.
Lo mejor de todo fue conocer a Lalo en el trayecto en autobús. Lalo trabaja en un banco en la capital, Montevideo, y de vez en cuando se escapa a Cabo Polonio para desconectar, para aislarse en plena naturaleza salvaje. De una simple conversación en el bus nació una invitación de Lalo a que mi amigo y yo nos alojáramos en su “rancho”, como así lo llama, su cabaña, que se la había dejado una amiga. La casa está aislada del resto, en plena playa, con el mar batiendo justo enfrente.
Lo primero que hacemos al llegar al “rancho” es llenar los cubos de agua del pozo y contar las velas, para saber si hay suficientes para el fin de semana. Después, damos un paseo por Cabo Polonio, donde la gente vive plácidamente sin preocupaciones. Las casas, construidas sin orden, ocupan los más bellos rincones del lugar, con vistas únicas. Algunas son “almacenes” donde puedes comprar alimentos básicos: pan, agua y embutidos.
La verdad, no hay nada mucho que hacer en Cabo Polonio: playa, sol, pasear y descansar, pero quizá ese sea el encanto del lugar, en plena naturaleza salvaje. Y la gente es encantadora. Todos te respetan, nadie te molesta.
Justo en la punta del cabo vive una enorme colonia de focas y leones marinos que puedes ir a visitar, sin molestar, manteniendo las distancias.
Muchos animales juegan en el mar. Otros retozan tranquilos o se desperezan.
Al atardecer, la noche te llama. Al salir de la cabaña, la tranquilidad es absoluta; sólo el ruido de las olas del mar rompe el silencio. Las estrellas se multiplican.
A la mañana siguiente, un largo paseo entre enormes dunas de arena y una gigantesca playa salvaje sirve de ejercicio matutino para revitalizarte, para encontrarte con la naturaleza, con la vida. Es cuando entiendo a Lalo que dice que viene a Cabo Polonio a desconectar, a cargar pilas.
La verdad, de todo Uruguay, Cabo Polonio es lo mejor. De toda Sudamérica, es algo único, sin duda.
Si queréis saber más sobre este destino u otro en Sudamérica, podéis contactarme por email a info@consejerosviajeros.com o dejar vuestros comentarios a continuación.
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