En nuestros viajes hemos visitado muchos sitios, conocido mucha gente y vivido muchas experiencias, pero siempre recordamos algo curioso, atípico, de alguna aventura que nos ha marcado esa escapada. Aquí recogemos 7 anécdotas de viaje reales, que hemos vivido nosotros, y que seguro alguna os ha ocurrido a vosotros.
1. Dormir gratis en un hotel de Argentina por el simple hecho de ser gallego. Y cuando digo gallego, me refiero a originario de Galicia ya que, como sabéis, en Argentina a todos los españoles los llaman gallegos. Nos ocurrió en Las Grutas, un destino recomendado por un amigo argentino que suele tener un turismo estacional. Y nosotros llegamos fuera de temporada, por lo que todos los alojamientos estaban cerrados. Llegamos a un hotel que estaban preparando para su apertura, y al preguntarle a los dueños si tenían alojamiento y decirnos que no estaban abiertos todavía, comenzamos a hablar de nuestro viaje y nuestros orígenes. Al decirle que yo era gallego, la señora nos preparó una habitación inmediatamente y no nos quiso cobrar nada por ello, ya que sus padres eran originarios de Galicia. Una de nuestras primeras anécdotas de viaje.
2. Ser deportados en Serbia. En un Interrail que estaba haciendo con un amigo en 2005, nuestra primera idea era recorrer países de la UE, por lo que viajar con el DNI era suficiente. Sin embargo, se nos ocurrió ir a Serbia, con la ingrata sorpresa de que, al cruzar la frontera de Hungría a Serbia, mi amigo no llevaba pasaporte y nos hicieron bajarnos del tren, nos retuvieron durante horas en una comisaría local y nos deportaron en el próximo tren de vuelta a Hungría. Al final, una conversación sobre fútbol nos hizo casi amigos de los policías y nos dejaron salir a dar una vuelta por Subotica, el pueblo serbio donde nos deportaron. Una de nuestras anécdotas de viaje que comenzó caótica y acabó en grato recuerdo.
3. Comer cucarachas en Laos. El probar comidas nuevas y exóticas es algo que todo viajero intenta en sus viajes. Sin embargo, soy bastante escrupuloso para ciertas delicias locales, pero una vez en destino, uno se anima a todo. En un trayecto en “autobús” (más bien era una camión que transportaba gente local en la parte trasera) uno de los locales llevaba cucarachas asadas pinchadas en un palo, y las iba comiendo por el camino. Al ver que lo mirábamos curiosos, nos dio a probar algunas, y la verdad, se comen como si fueran pipas.
4. Ser robado en Brasil y adentrarse en una favela en busca de tus fotos de viaje. Que te roben en Brasil es, lamentablemente, más que anécdotas de viaje, algo más habitual de lo que nos gustaría, aunque tomando ciertas precauciones uno puede llegar a evitarlo. Ocurrió en Natal, uno de los sitios más turísticos del país, cuando cuatro niños que no tendrían más de 12 años me rodearon, agarraron y más rápido de lo que uno tarda en girarse me metieron las manos a los bolsillos y se llevaron algo de dinero y la cámara de fotos. Como en la tarjeta de memoria tenía gran parte de las fotos de viaje, no se me ocurrió otra idea que adentrarme en la favela de la que habían salido para preguntar a la gente si conocían a los niños que me habían asaltado y pedirles que me devolvieran la tarjeta de memoria, que se quedaran con la cámara y el dinero, pero las fotos eran muy valiosas para mí. Uno de los niños me dijo que sí los conocía y que volviera al día siguiente con “cosas nuevas” a ver si me podía ayudar.
5. Utilizar tus cordones de zapatos como candado para cerrar la cabina de un tren. Esto fue en Ljubliana, Eslovenia, en otro viaje de Interrail. Venía de Zagreb y el tren tenía que llegar a las 9 de la noche. Sin embargo, hubo mucho retraso y llegamos a la 1 de la mañana. A esa hora, en una estación totalmente a oscuras, sin nada conocido en los alrededores, ni nadie a quien preguntar, no había otra opción que pasar la noche en la estación de tren. La solución, ver qué tren de los estacionados en las vías era el que más tarde salía en el panel de salidas, meterse en una de sus cabinas y, a falta de cerradura, crear una especie de candado con los cordones de los zaparos atados contra la manilla de apertura y una de las patas de las butacas, durmiendo plácidamente, y algo más seguro, en la cabina de un tren. Una de las mejores anécdotas de viaje que te demuestran cómo tienes que espabilarte en determinadas situaciones.
6. Que un comerciante de Estambul no quiera regatear contigo por ser español. Y es que, parece ser, los españoles somos muy buenos en la técnica del regateo, algo que debes practicar sí o sí en tu visita a Estambul, sobre todo al Gran Bazar. Pero el comerciante debía de haber sufrido ya numerosas visitas de turistas españoles ese día que, al comenzar la negociación sobre el precio de un artículo, preguntarme mi nacionalidad, y decirle que era español, el señor me dijo que me fuera que “no quería regatear más con españoles”. Anécdotas de viaje que más de uno hemos vivido.
7. Que te retengan el pasaporte porque tu dólar está gastado. En Camboya, al entrar al país por tierra, tienes que pagar 1 dólar americano para que te sellen el pasaporte. Al darle el dinero al oficial de aduanas, a éste no le gustó que estuviera tan gastado, por lo que nos retuvo el pasaporte hasta que le diéramos el dólar de la calidad que él quería. Aún después de darle el dinero nuevo, el oficial nos hizo sufrir un poco diciendo que no nos podía sellar el pasaporte. Al final, amablemente, nos dejó pasar y disfrutar de un país increíble.
Seguro que vosotros habéis vivido otras experiencias y anécdotas de viaje muy curiosas. Si queréis compartirlas, dejar vuestras historias en los comentarios de la página.
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