Sidney es de las primeras capitales en el mundo en recibir el nuevo año. Hace tiempo ya pasamos fin de año en esta preciosa ciudad australiana. Hoy lo recordamos.
Estábamos de viaje por Australia, y como no, la idea de pasar el fin de año en Sidney nos seducía. Así que, allí nos dirigimos.
Gracias a otro viaje por Sudamérica, había conocido a una pareja australiana. Ellos viven en la Gold Coast, y ya estaban avisados de nuestro recorrido por Australia para encontrarnos. La sorpresa vino cuando nos dijeron que pasarían el fin de año en Sidney. La hermana de la chica vive allí, así que estábamos invitados a pasar el fin de año con ellos.
Llegamos a Sidney el 30 de diciembre por la tarde. Nos quedamos en Manley, cerca de la playa. Es una zona tranquila, con aparcamiento para la furgoneta con la que estábamos viajando por Australia. Y está muy cerca del centro de la ciudad. El ferry desde Manley te deja justo en Circular Quay, a un paso de la Opera House. El problema, en estas fechas es difícil encontrar alojamiento.
Al día siguiente, el 31 de diciembre, por la mañana, tomamos el ferry y nos plantamos en el centro de Sidney. La vista de la Opera House y del Puente desde el ferry impacta. Al salir de Circular Quay, las calles están abarrotadas de gente. Ya desde primera hora de la mañana hay personas sentadas o haciendo cola en torno a la Opera para ver los fuegos artificiales de medianoche con los que Australia despide fin de año y recibe el nuevo.
En la calle se nota un ambiente festivo. Contactamos con nuestros amigos y nos dan la dirección de la casa de su hermana. Está al otro lado de la bahía de Sidney, frente a la Opera House. A media tarde se reúnen unos cuantos amigos para despedir fin de año. Nos invitan a unirnos. Así que hacia allí nos dirigimos.
Tenemos que cruzar el Puente de Sidney. Las vistas desde lo alto son impresionantes. Se aprecian mejor los alrededores de la Opera abarrotados de gente. Y la sorpresa nos la llevamos al llegar a la casa de nuestros amigos. Ubicada justo enfrente del Puente, con vistas a la bahía.
Empiezas a llegar los amigos invitados a pasar el fin de año. Gente joven de diferente parte del mundo. Cada uno va trayendo algo de comida y de bebida. Y claro, cuando no sabes cuánta gente va a venir y qué tipo de bebida van a traer, lo mejor es improvisar un lugar para enfriar las bebidas. Estos australianos están en todo. Se llena la bañera de hielo, y las bebidas dentro.
Pasamos la tarde comiendo y bebiendo. Haciendo nuevos amigos. Lo mejor de viajar. Conocer gente nueva. A las diez de la noche nos avisan que subamos a la terraza a ver los fuegos. Sorprendidos preguntamos si los fuegos no son a medianoche. Nos dicen que sí, pero que a las diez lanzan los primeros que sirven de prueba y para que los niños pequeños los puedan disfrutar también antes de que se vayan a dormir. Estos australianos, piensan en todo. Realmente, también sirven para sacar mejores fotos. Los de medianoche los ves “diferentes”.
Pero los verdaderos fuegos son a medianoche. Los últimos del año. Los primeros del próximo. Son realmente espectaculares. La bahía de Sidney se ilumina. Numerosos barcos sobre ella observan el espectáculo en primera fila. La gente observa expectante y, al acabar, suena una tremenda ovación. Todos se felicitan el año unos a otros. Fin de año se acaba. Empieza la ilusión por otro nuevo.
Y la fiesta continúa. Las celebraciones de fin de año se prorrogan hasta altas horas de la madrugada, como en muchas otras ciudades del mundo. Las calles de Sidney siguen abarrotadas de gente. Volver a Manley es una odisea. El transporte público es limitado; los ferris también. Una chica local que acabamos de conocer se ofrece a llevarnos. Los australianos son gente muy amable y sociable.
Y tras fin de año, empieza otro nuevo día, otro nuevo año.
Al levantarnos, paseamos por la playa de Manley. Nos sorprende la cantidad de gente que ya desde primera hora de la mañana ocupa la playa. Y la cantidad de gente practicando deporte. La otra famosa playa de Sidney, Bondi, también empieza a llenarse de visitantes, sobre todo para la práctica del surf, deporte que crea adictos en Australia.
Y así acabamos nuestro fin de año en Sidney, para rememorar. Una experiencia única, recomendable vivirla una vez en la vida. Fácil decirlo pero complicado hacerlo.
Y estemos donde estemos este año, os deseamos lo mejor para el próximo. Comenta o comparte si quieres.