Amsterdam esconde muchísimos lugares que valen la pena descubrir, además del famoso Barrio Rojo, la Plaza Dam o sus preciosos canales.
Amsterdam empezó siendo una pequeña aldea de pescadores a orillas del río Amstel. Hoy es la ciudad más grande de los Países Bajos y uno de los destinos preferidos en Europa. ¿Por qué?
Una de las primeras curiosidades de la capital holandesa son las casas-barco. La sobrepoblación de la ciudad hace que mucha gente haga su hogar en este tipo de alojamientos. A veces muy pequeños, de apenas 40 metros cuadrados. Al principio empezó siendo un recurso hippie debido a la escasez de vivienda y a los altos precios en la ciudad. Pero hoy es ya un reclamo turístico.
Y es que es posible vivir esta experiencia si vamos a Amsterdam. Podemos alojarnos en una casa-barco por unos 100 euros la noche. Las vistas y las sensaciones experimentadas son únicas.
Las personas que hoy poseen un barco amarrado en los canales de la ciudad se pueden considerar privilegiadas. Sus precios se han disparado. Resulta muy curioso conocer los orígenes de este movimiento en el Houseboat Museum.
Pero claro, si vamos a Amsterdam, no podemos perdernos el Barrio Rojo, uno de los distritos más famosos de Europa. Sus escaparates y sus luces de neón atraen a miles de visitantes. Sus “coffe-shops” son otro reclamo. Aquí la venta y consumo de marihuana está regularizada. Pero no se puede beber. Sólo fumar. Eso sí, existen numerosos pub y restaurantes donde comer y beber algo en el Red Light District.
Ah, y por respeto, no hagas fotos a los escaparates.
Una de las mejores maneras de recorrer Amsterdam es en bicicleta. La ciudad es plana y el uso de la bici es muy común. Se respeta mucho al ciclista.
Podemos empezar recorrido en el epicentro de la capital. La Plaza Dam. Aquí se encuentra el Palacio Real, núcleo de las celebraciones holandesas que se tiñen de naranja, como el Día del cumpleaños de la Reina.
Desde aquí llegamos a la Casa de Ana Frank, un sitio que muestra la historia más dura del horror nazi. Entre sus paredes se ocultaron varias familias escapando de la persecución alemana. Una niña plasmó en su diario las vivencias durante casi dos años y medio en estas condiciones. Posteriormente se publicó como el Diario de Ana Frank. Hoy, el lugar donde ocurrieron es un museo de visitada obligada en Amsterdam.
Y si continuamos de museos, podemos acercarnos al de Amstelkring, uno de los más antiguos de la capital. Se levanta sobre una iglesia construida hace 350 años de forma clandestina. Pero si hay algún museo imprescindible en la ciudad, es del Van Gogh. Más de 200 obras del famoso pintor holandés están expuestas aquí. Hay diferentes salas divididas entre cuadros y pinturas. En este edificio las obras están expuestas por orden cronológico. Eso sí, intenta ser de los primeros porque las colas que se forman son largas.
Para reponer fuerzas, podemos probar algún buen queso holandés y degustar la cerveza tradicional de la ciudad, la IPA. Y ahora sí, relajarnos en el parque más grande de la capital, el Vondelpark. Un gigantesco espacio verde que te aísla totalmente de su entorno. Si nos coincide en fin de semana, seguramente podamos disfrutar de algún concierto o pasacalles.
Y una zona menos conocida de Amsterdam pero muy sorprendente es su parte norte, el Noord. Está más incomunicada y hay que llegar hasta allí en ferry. Hay que saborear cada minuto subido en barco porque las estampas son dignas de presenciar. Una vez allí, piérdete por sus grandes avenidas.
Y si hemos hecho gran parte de nuestro recorrido en bici, un medio que inunda las calles de Amsterdam, no podemos dejar de recorrer los canales de la ciudad en barco. Da una visión diferente de la capital, ideal como despedida de esta urbe con un ambiente especial.
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