Angkor Wat no era un destino en ruta en nuestro viaje por el Sureste Asiático, pero un viajero solitario en Australia nos lo había recomendado, aunque decía que era muy turístico, y nosotros intentábamos ver sitios menos masificados.
Habíamos estado en Tailandia y visitado Laos, por lo que adentrarnos en Camboya no suponía un gran desvío en nuestra ruta. Y haciendo caso de los consejos de ese sabio viajero, visitamos Angkor Wat, antigua capital del Imperio Khamer, centro social, geográfico, cultural y artístico en los siglos X y XI y considerada la mayor estructura religiosa jamás construida.
La puerta de acceso a Angkor es Siem Riep, a poco más de 5 kilómetros del complejo arquitectónico. Lo mejor es negociar con un rick-shaw, una especie de triciclo motorizado conducido por un guía local, la ruta desde la ciudad hasta el templo y un recorrido por su interior. La visita puede durar días, aunque en uno o dos se pueden ver los templos más importantes. Si no, hay visitas de grandes grupos con guía, pero pierdes independencia y autonomía a la hora de decidir la ruta.
Es muy importante llegar temprano cuando se viaja por cuenta propia, porque a primera hora empiezan a llegar autobuses llenos de turistas que invaden las zonas más conocidas del recinto. Además, no os podéis perder el amanecer sobre el templo central de Angkor. Ver su figura reflejada sobre el foso de agua que rodea el mayor templo religioso del mundo es algo impresionante que hace que valga la pena el madrugón. Resulta impactante perderse entre los muros de un complejo construido en piedra con escenas de la época esculpidas en bajorrelieve.
Perderte en Angkor Wat a las seis de la mañana es un regalo, un regreso al pasado, con pasillos ruinosos y patios con estatuas de Buddha. Subir la torre central te premia con unas espectaculares vistas de todo el recinto.
El siguiente complejo a visitar es Angkor Thom, con una entrada espectacular, atravesando un puente de piedra y bajo una puerta con cuatro caras que te observan al pasar. Inquietante… Y al entrar, Bayon, para mí, más espectacular que Angkor Wat, quizá porque éste lo estás continuamente viendo en fotos y postales y Bayon no. El templo de Bayon se compone de miles de caras esculpidas en piedra que te observan a cada paso que das mientras exploras las ruinas. Aunque desde fuera parecen ruinas, de cerca sorprende lo elaborado de los rostros, cientos de ellos distribuidos por diferentes torres, con perfectas caras de un Buddha sonriente.
Puedes continuar la visita por Baphuon para ver un gigantesco Buddha en piedra tumbado, ver la Terraza del Rey Leproso, con una enigmática figura en lo alto y misteriosas esculturas a sus pies, y la Terraza de los Elefantes. Ambas estructuras forman una maravillosa y gigantesca terraza que miran a la plaza central de Angkor Wat, con muros bellamente trabajados.
aliendo de la ciudad amurallada de Angkor Thom, no dejéis de visitar Preah Khan, un enorme templo semioculto entre la jungla. Es una de las construcciones más grandes de todo Angkor, parcialmente destruido, con fachadas caídas que le dan un ambiente fantasmagórico. Sus enormes pasillos marcan un final incierto entre pequeñas puertas.
No muy lejos está Ta Prohm, y ya por el camino se observan ruinas majestuosas. Este conjunto es quizá de los más conocidos, famoso por la película Tomb Rider de Angelina Jolie, pero su visita merece mucho la pena. Ruinoso y encantador, el laberinto de pasillos entre tallas de piedra y fachadas laboriosamente esculpidas le dan un aire casi mágico. Aunque lo más llamativo son los árboles que se van apoderando del complejo extendiendo sus enormes raíces en muros y puertas. Es la foto perfecta, cautivadora, de una antigüedad que marca el templo y su entorno. Para mí, Ta Prohm es una de las grandes maravillas de Angkor.
Recomendamos acabar la visita en Phnom Bakheng, una colina a la que hay que subir a pie, unos 15 minutos. Desde la cima se observan preciosas vistas de todo el complejo de Angkor, o hasta donde alcanza el ojo humano, con sus templos ruinosos perdidos entre la enorme jungla que se extiende en una enorme planicie. Y desde este alto podéis disfrutar del atardecer para completar un precioso día de visita a Angkor Wat en una experiencia profunda y maravillosa, que te permite como un regreso al pasado, a aquella época desconocida para nosotros.
Pero ya sabes, si quieres consejos o más información, contáctanos. Te asesoramos.