Lo normal para un primer crucerista español es empezar haciéndose un crucero por el Mediterraneo. Y si eres latino, por el Caribe. ¿Por qué? Porque es un crucero corto, de una semana o menos, con un mar tranquilo, y que no implica grandes desplazamientos o costes extras. ¿Lo aconsejo? Depende de qué busques, pero indudablemente sí.
Un barco de crucero es una ciudad flotante. Hay barcos de 160 mil toneladas de peso que pueden acoger a más de 4000 pasajeros y 2000 tripulantes. Decidirse por uno grande o uno más pequeño depende lo que busque el viajero.
Pero un crucero te permite viajar de una manera muy cómoda, levantándote cada día en un país o una ciudad nueva sin tener que preocuparte de hacer o deshacer la maleta, reservar hotel o buscar el transporte para llegar a tiempo. Un crucero en el Mediterraneo es ideal. Y además, a bordo, el trato y el mimo de los tripulantes a los pasajeros es de lujo, disfrutando de deliciosa comida y brillantes espectáculos nunca antes vistos en nuestra casa.
Por eso, empezamos con un crucero por el Mediterraneo. Sales de Barcelona, y normalmente haces escalas en el sur de Francia, norte, centro y sur de Italia y alguna otra en Malta, Túnez, Mallorca o Ibiza, que alternan dependiendo de la ruta o barco. Además, te permiten un día entero de navegación, bien para relajarte a bordo antes de empezar las escalas o bien para descansar el último día después de las visitas en cada puerto. Este día de navegación es ideal para mimarte tú mismo; podrás darte un capricho en el spa, hacerte un masaje relajante asiático o simplemente disfrutar de todas las comodidades que ofrece un crucero de lujo. No querrás bajarte de este crucero por el Mediterraneo.
Normalmente, los puertos donde atracan los cruceros no están lejos de los principales puntos de interés que queremos visitar, aunque siempre es necesario estar organizado para aprovechar al máximo tu tiempo de escala. Tener en cuenta que este tiempo en tierra es limitado, por lo que es muy importante saber qué queremos ver y el tiempo que dedicamos a cada cosa, es decir, al traslado, la visita, el almuerzo y el ocio. Un crucero por el Mediterraneo ofrece mucho.
Por ejemplo, en el sur de Francia, el puerto de llegada suele ser Villefranche, aunque también podemos atracar en Marsella, Cannes o Niza. Si llegamos a Villefrance, es recomendable ver la llegada, o si no queremos madrugar, la salida, desde la cubierta. Las vistas de la bahía de Villefranche son de las más bonitas que uno puede ver a bordo de un crucero, no solo en el Mediterraneo. Y una vez en tierra, dependiendo del tiempo que queremos destinar a la visita, podemos ver Mónaco, Niza, el pequeño pueblo de Eze o toda la Costa Azul. Si es la primera vez, en cuatro horas podemos visitar Mónaco, Eze y Niza, y acabar la tarde en Villefranche. Si queremos una jornada larga, añadir Saint Paul de Vence, Antibes y Cannes a la ruta de la mañana y tenéis una visita completa de la Costa Azul.
Si atracamos en Marsella, la visita a la Provenza francesa es más recomendable que la visita a la ciudad de Marsella, aunque el Vieux Port merece un paseo.
Otro puerto de escala en el Mediterraneo suele ser Livorno, el principal punto de entrada para ver Pisa o Florencia, o los dos. En un largo día podéis visitar ambas ciudades, pero si queréis algo más tranquilo, decantaros por una. O bien por una escapada romántica a Le Cinque Terre, con un litoral costero salpicado de pueblecitos pesqueros realmente preciosos.
Personalmente, si es la primera vez que estamos en Italia, no me perdería la visita a Florencia, una ciudad monumental, famosa por el David de Miguel Ángel pero que es un museo al aire libre, con numerosas obras arquitectónicas de reconocida calidad e historia. Desde el puerto de Livorno hasta la ciudad florentina hay casi hora y media de trayecto, por lo que, una vez más, es muy importante organizar la visita y el tiempo, ya que esta joya dispone de numerosas atracciones. Su espléndida Catedral, la escultura del David, el Ponte Vecchio, la Galeria Uffizi, Santa Maria dei Fiori, el Palazzo Vecchio y las vistas desde la Piazzale Michelangelo son solamente algunas de las que debemos marcar en nuestro recorrido obligatoriamente.
Pisa está más cerca del puerto, a apenas 40 minutos, por lo que sería una visita más tranquila.
Quizá, el principal puerto de escala en el crucero por el Mediterraneo es Roma, con el barco atracando en Civitavecchia. Por eso a la ciudad eterna dedicaremos un capítulo aparte, una capital para enamorarse durante varios días. Por lo que saltamos al que suele ser el tercer puerto de escala de Italia, Nápoles, una ciudad que, o bien te enamora, o bien la odias. El crucero atraca a pie del centro urbano, por lo que es fácil hacerse andando una visita por las callejuelas laberínticas, con vespinos que circulan por donde no hay espacio ni para peatones, y donde la figura de Maradona tiene un lugar especial, no sólo en el corazón de los napolitanos, también en sus calles. Famosa por la mafia y la pizza, con cuidado, Nápoles se disfruta por cuenta propia.
Pero quizá el principal atractivo de este puerto del Mediterrano es Pompeya, la famosa ciudad romana sepultada bajo las cenizas del volcán Vesubio tras una fuerte erupción. Para mí, una visita imprescindible. En cuatro horas podemos desplazarnos a Pompei desde el puerto, a 35 minutos, y hacer una visita de dos horas a las ruinas. Alternativas a Pompeya tenemos Herculano, otras ruinas no tan conocidas pero mejor conservadas, la maravillosa isla de Capri o un largo día por la Costa Amalfitana, la zona más bella de toda Italia, y es decir.
El último puerto del crucero por el Mediterráneo, dependiendo del barco o de la compañía, varía bastante, por lo que, si necesitas más información sobre cómo o dónde reservar tu crucero, qué puerto es más aconsejable o sobre estas otras escalas que ya comentamos, no dudes en contactarme.